4.11.11

Una historia que va de historias

Ahora debería estar limpiando mi cuarto de baño, aunque, siendo sinceros, debería haberlo limpiado eones atrás. El caso es que voy a estafarme otro poco más de tiempo y me voy a poner a escribiros alguna tontería.

Aunque me sorprendería mucho que me estuviera leyendo alguien. Entiendo que tenéis cosas interesantes que hacer, y eso.

En fin, voy a intentar ejercitar mi imaginación un poco.

"Esta es la historia de un tipo cualquiera. Podemos llamarlo Juan, por ejemplo. O Alberto. Aunque a mi me gusta especialmente el nombre de Mario. No por nada en especial, simplemente es que suena a personaje."

"Mario tenía un problema. Era un escritor, y principalmente, lo que un escritor hace es escribir. Mario era uno de esos pocos autoproclamados escritores que no escribía. No se sabe muy bien la razón. Quizá no tenía imaginación. O la técnica se le escapaba."

"En cualquier caso, para el pobre Mario, lo más terrible, y humillante, era encontrarse ante una superficie blanca, ya fuera folio, hoja de cuaderno, o la pantalla del ordenador. Le aterraba. La sensación era siempre la misma. Comenzaba con confianza, pero también algo de tensión. No porque tuviera miedo, si no porque a Mario el corazón le latía más rápido al escuchar una historia. Más rápido si era buena. Y sobre todo, Mario vibraba de emoción cuando sabía que podía encontrarse en la génesis de una nueva historia."

"Sabiendo eso, era comprensible que desde temprana edad Mario, desoyendo los consejos de sus conocidos, decidiera que escribir iba a ser la pasión de su vida. Las penurias que suelen acompañar este tipo de vida, a él no le importaban. Tenía una visión de la vida que era francamente distinta, condicionada por su amor a la narrativa."

"No es que fuera ingenuo o idiota. Que lo era, por supuesto. Como el resto. Lo que lo distinguía era el concebir su vida como una aventura escrita por alguien. Y no, no es que creyera que Algo lo dirigía o algo por el estilo. Mario había decidido, Él, que su vida era otra historia más. Y experimentaba con ella como lo haría cualquier científico con cualquier otra cosa. Intentaba desentrañar los secretos y las marañas de las historias, y según él estudiar su propia historia era otra manera de hacerlo igual de buena."

"Es comprensible que ante esta dedicación tan profunda y clara, Mario se sintió desnudo cuando se dispuso a escribir algo desde cero la primera vez. Sencillamente, era algo que no había previsto. Y aunque al primer intento solo hubo estupor, según trataba de que surgiera algo de su mente eso dió paso a la rabia, luego a la frustración, y finalmente al miedo."

"Mario estaba aterrado. Y es que no lo comprendía. No comprendía por qué el, precisamente él, era incapaz de que le brotara un sencillo cuento. Sencillamente, al momento de intentar llevar el relato a cabo, las palabras que parecían sonar bien en su cabeza desaparecían. Y lo que creía que funcionaba, no lo hacía."

"A partir de ahí, Mario comenzó a sentir un miedo casi patológico a cualquier cosa que le recordara su incapacidad. Dejo de sentir aprecio por las historias. Desde novelas, hasta cómics, desde películas, hasta telenovelas. Desde la letra de una canción donde se intuía un argumento, hasta las dos líneas de diálogo de una porno, Mario no podía enterarse de esos relatos. Sencillamente le superaba."

"De tal manera, que para huir de todo lo que le sugiriera una aventura, lo que hizo fue dejar de huir a mundos de fantasía. Mario se volvió a poner los pies en la tierra, en cuerpo y alma. Se dedicó ciega y exclusivamente a lo real, a su vida. A lo que era tangible, y podía tocar, y que le evitara imaginar y soñar."

"Al final, en su lecho de muerte, Mario estaba triste. Postrado inmóvil en la cama de un hospital, a altas horas de la madrugada, aquejado por unos dolores tan terribles en la columna que eran como latigazos de fuego y que ni la morfina ni multitud de pastillas sin nombre podía atenuar, no tuvo más remedio que huir del mundo real."

"Su mente estaba tan desentrenada, que al principio no se imaginaba nada. Unas pocas lágrimas le brotaron debido a la rabia y al dolor. Y entonces se recordó a él mismo, en otro momento de su vida."

"La primera vez que había intentado crear una historia, y había sido incapaz."

"Mario entonces empezó a recordar a partir de ese instante de su pasado. Las imágenes fueron pasando una detrás de otra. Era capaz tanto de leer como oír las palabras que recordaba haber dicho o haber oído."

"Y así, poco a poco, Mario fue testigo de toda su vida."

"El último pensamiento de Mario fue de felicidad. Por que se dió cuenta, mientras dejaba de respirar, que había conseguido crear una historia."

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